Surcas el alma
cuajo de sangre
miel que te salva
miel que te sabe.
Abre la llave
la puerta y tu voz
arden desnudas
la fe y la razòn.
Salpìcas la mesa
del vaso que acercas
ventanas al cielo
el eco de un Dios.
Descalzas y arrojas
mojando el mantel
la palma que alumbra
a tu resurecciòn
Y caes ,
el dìa despuès
con el gesto laxo
de un parto natural.
cuajo de sangre
miel que te salva
miel que te sabe.
Abre la llave
la puerta y tu voz
arden desnudas
la fe y la razòn.
Salpìcas la mesa
del vaso que acercas
ventanas al cielo
el eco de un Dios.
Descalzas y arrojas
mojando el mantel
la palma que alumbra
a tu resurecciòn
Y caes ,
el dìa despuès
con el gesto laxo
de un parto natural.
2 comentarios:
Lo que dejé escrito en el anterior poema... muy bello. Me encantó... todo.. y sin embargo.. esa segunda estrofa!!!!
Un saludo Lorena.
Un poema sorprendente, Lorena. El final es perfecto!!!!
Un abrazo!
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