sábado, 5 de abril de 2008

El dìa D


Surcas el alma
cuajo de sangre
miel que te salva
miel que te sabe.

Abre la llave
la puerta y tu voz
arden desnudas
la fe y la razòn.

Salpìcas la mesa
del vaso que acercas
ventanas al cielo
el eco de un Dios.

Descalzas y arrojas
mojando el mantel
la palma que alumbra
a tu resurecciòn

Y caes ,
el dìa despuès
con el gesto laxo
de un parto natural.

2 comentarios:

canido dijo...

Lo que dejé escrito en el anterior poema... muy bello. Me encantó... todo.. y sin embargo.. esa segunda estrofa!!!!
Un saludo Lorena.

Raquel Graciela Fernández dijo...

Un poema sorprendente, Lorena. El final es perfecto!!!!
Un abrazo!